Review: La terapia es fantasía, de J. Hughes (1988)

John Hughes (1988). Therapy is Fantasy: Roleplaying, Healing and the Construction of Symbolic Order. Paper presented in Anthropology IV Honours, Medical Anthropology Seminar, Dr. Margo Lyon, Dept. of Prehistory & Anthropology, Australian National University. Retrieved November 2, 2024, from the World Wide Web: http://www.rpgstudies.net/hughes/therapy_is_fantasy.html

Juegos de Rol como fantasía compartida en un sistema cultural

La fantasía en los juegos de rol se diferencia de la introspección individual (como los sueños) porque es una creación colectiva. Los juegos de rol crean sistemas culturales propios con normas, valores y una estructura de significado compartido. Hughes explica que estos sistemas reflejan y transforman la vida social cotidiana de los participantes. Esto permite que los participantes formen símbolos compartidos y exploren emociones de una manera segura.

Son una «fantasía compartida», limitada y voluntaria. Aunque los jugadores deben identificarse con sus personajes para que el juego funcione, mantienen una distancia entre el personaje y su identidad real. Esto permite a los jugadores actuar de formas que no reflejan necesariamente sus propias creencias o moralidad, ofreciendo un espacio seguro para la exploración de identidades alternativas dentro de límites controlados.

Los juegos de rol se desarrollaron a partir de los juegos de guerra y evolucionaron para enfocarse en aspectos de carácter y narración, en lugar de combate. Aquí destaca el poder de la imaginación para crear mundos compartidos y experiencias emocionales intensas.

Personajes como Símbolos Personales

A través de entrevistas a participantes, encontró que los jugadores ven el rol como una forma de relajarse, mejorar su autocontrol, practicar habilidades sociales y aprender, incluso sobre historia o ciencia. Estas actividades ayudan a las personas a explorar otras identidades y ganar confianza a través de personajes que representan Símbolos Personales.

Clasifica a los personajes según el nivel de inversión emocional del jugador: algunos simplemente son estéticos, otros compensan lo que el jugador siente que le falta. Esto permite que ciertos personajes actúen como símbolos de transformación personal.

Los personajes compensatorios son aquellos en los que los jugadores proyectan cualidades que sienten que les faltan. Estos personajes requieren una inversión emocional significativa, lo que eleva los riesgos y recompensas de la experiencia de juego. Dado que los jugadores invierten consciente y profundamente en estos personajes, un fracaso se siente de forma personal, pero es esta inversión lo que también convierte a los personajes compensatorios en símbolos transformadores con un fuerte potencial terapéutico, ayudando a los jugadores a sanar y explorar aspectos importantes de sí mismos.

Caso Clínico: Malori/Jack

En el caso de Malori, Hughes ilustra cómo un personaje en un juego de rol puede actuar como un recurso terapéutico para abordar conflictos internos y de identidad. Malori, una mujer que enfrenta una depresión endógena y una autoimagen negativa, crea al personaje «Jack» para expresar aspectos de sí misma que normalmente reprime, como la confianza, la valentía y el control sobre su vida.

Al adoptar a Jack, un personaje masculino, Malori puede explorar y validar cualidades que culturalmente le resultan conflictivas en su identidad femenina, como la asertividad y la sensibilidad. Proyecta en Jack elementos que desea desarrollar sin el peso de las expectativas sociales sobre su rol como mujer. Esto le permite vivir simbólicamente una versión idealizada de sí misma, ganando así seguridad y fuerza emocional.

El personaje se convierte en un «símbolo compensatorio», que exige una inversión emocional profunda y lleva consigo riesgos (como el fracaso o la pérdida de Jack). Sin embargo, esta alta inversión es también lo que permite que Jack funcione como un símbolo transformador. Malori comienza a llevar cualidades de Jack a su vida real, activando lo que ella llama “modo Jack” en situaciones difíciles, usando su personaje como una herramienta para construir confianza y autocontrol. Este proceso no solo le ofrece un escape, sino que refuerza una reconstrucción gradual de su autopercepción, permitiéndole enfrentar la depresión desde una perspectiva más fortalecida y con nuevas herramientas internas.

Conclusion

En conclusión, se compara el proceso terapéutico de Malori con el de vivir un mito sanador. Al explorar sus conflictos internos a través de su personaje, Jack, Malori reorganiza su autopercepción y las expectativas sociales de su rol de género. Este proceso de construcción simbólica la ayuda a integrar aspectos dispares de su identidad, obteniendo así un equilibrio que promueve su recuperación emocional. Se sugiere que los juegos de rol pueden convertirse en sistemas de sanación personal, donde los símbolos actúan como puentes entre la identidad interna y los desafíos externos.

Se destaca que Malori construye su propio sistema terapéutico utilizando los elementos simbólicos del juego de rol. Así, la creación y el uso consciente de personajes compensatorios en estos juegos puede desencadenar procesos de sanación y autoconocimiento, mostrando el poder de los juegos de rol como herramientas transformadoras en el ámbito emocional y psicológico.