La psicoterapia se basa en la conversación. Poner en palabras lo que sentimos, pensamos o creemos. Al escucharnos, podemos tomar conciencia y conocernos. Solo entonces podemos reflexionar, mirarnos y decidir. ¿Es esto lo que quiero para mí?

Llegar a eso requiere un trabajo largo de minería psicológica. Comenzamos a cavar en un lugar a ver si encontramos una veta de oro. Después de mucho esfuerzo podemos descubrir que el camino era por otro lado. Pero ¿Y si pudiéramos hacer una prospección, un mapa de nuestra psique antes de empezar a cavar? De tenerlo, cada hallazgo nos mostraría dónde estamos. No nos perderíamos e incluso nos guiaría en el proceso.

Cuando creamos un personaje estamos proyectando en él parte de nosotros. Esto significa que lo inventado es como un reflejo de nosotros mismos. Un personaje normalmente es un reflejo de nuestro Ego. Si anhelo ser alguien poderoso, me imagino como un gran guerrero. Si busco libertad, me imagino alguien que pueda volar o cambiar de apariencia.  

Sin embargo, cuando la creación es guiada por el arquetipo del héroe, la proyección no es solo del Ego, sino de toda la personalidad. El héroe solo es héroe frente a un villano; es héroe por rescatar a una princesa o príncipe; es héroe porque hereda las enseñanzas y poder de su maestro. Todo el mundo que le rodea es nuestra personalidad puesta en símbolos. La relación entre todos estos elementos expresa la dinámica de nuestra psique personal.

Entonces ¿Cómo podemos sanar a través de un personaje? Estos son ejemplos de casos reales.

Caso 1

Joven de 14 años. Nació con hidrocefalia y presentaba dificultades cognitivas y verbales. Sus compañeros de curso se burlaban de él, lo que le había significado tener poca confianza en sí mismo y dificultades sociales.

Respecto a su personaje, su deseo lo lleva a crear un líder. Un joven príncipe que ha perdido su acceso al trono, pero que buscará recuperarlo para salvar a su pueblo. El príncipe es una persona locuaz, carismática y con don de mando, que logra ser escuchada y guiar a los demás. Es alguien bueno que quiere proteger a la gente.

Mi prejuicio racional me indicaba que no sería capaz de interpretar ese personaje. Sin embargo, en su simpleza intelectual fue capaz de imaginar al príncipe y ponerse en su piel completamente. La fuerza que mostró al interpretarlo hacía que otros jugadores lo siguieran. Sus limitantes cognitivas pasaban a segundo plano, pues recogía las ideas del grupo para liderarlas.

El personaje lo compensaba tan profundamente, que solo interpretándolo pudo descubrir y abuenarse con esa otra parte de sí mismo. Su carisma. Al descubrirla en él, se sintió mucho más confiado y seguro frente a los demás.

Caso 2

Un joven de 14 años, de 1.80+ de estatura, de unos 100 kilos, con una mirada intimidante y cerrado emocionalmente. Vivía en un sector peligroso por delincuencia y narcotráfico. Era confrontacional con sus profesores, que no sabían cómo dialogar con él.

Su personaje es voluntariamente muy similar a él. Tiene una abuela que es su única familia y él trata de ser bueno, hasta que una vez casi lo matan de una golpiza en la calle. Desde ese momento, su personaje cambia y se vuelve alguien de temer. Se vuelve intimidante para no ser intimidado. Su agresividad es su forma de protegerse.

Durante las sesiones de rolterapia, comienza disfrutando del poder que tiene y de las armas que encuentra. Incluso se deja corromper por poderes oscuros para tener un brazo anormalmente poderoso, pese a verse deformado. Hasta entonces, el juego reafirmaba su postura agresiva como forma de protección. Pero cuando se reencuentra con su abuela en el juego, se conecta de nuevo con el miedo a perderla. A no poder protegerla. Con su soledad. Resignifica la fuerza desde la pena y la reenfoca a proteger a las personas que le importan.

Desde entonces, su agresividad comienza a disminuir y afloran sentimientos de tristeza. Aunque puede parecer negativo, estos sentimientos de pena le permiten conectar con sus emociones y vivir más honestamente consigo mismo.

Caso 3

Un adulto de 36 años, ingeniero de la Universidad de Chile, con estudios de posgrado en Estados Unidos, trabaja como jefe de proyectos. Un cargo que está muy por debajo de sus capacidades. Además, siente que sobre complica las cosas, buscando el camino más difícil.

Su personaje es un genio de la tecnología y ha heredado la puntera corporación de su padre. Sin embargo, en su historia personal, su padre siempre fue una persona distante. Trabajaba en su laboratorio y nadie se le podía acercar. Él siempre lo admiró desde lejos y se escabullía de todos para espiarlo, admirándolo desde el otro lado de la ventana. Un día, su padre es asesinado por una corporación corrupta y él se obsesiona con encontrar a su asesino y desmantelar la organización corrupta.

En este personaje está proyectado su conflicto. Al no ser validado por su padre, tampoco se valida a sí mismo. Eso lo compele a probarse a sí mismo en cada desafío, a fin de intentar convencerse de lo bueno que es. Por eso sobre complejiza cada tarea.

Durante una sesión de rolterapia, encuentra un mensaje que su padre le había escrito antes de morir, donde le decía lo mucho que lo quería y toda la esperanza que depositaba en él. El jugador se emociona profundamente en esa escena. Después de eso, utiliza su capacidad de escabullirse para resolver el problema inminente. Recupera la confianza y despliega su dote de líder. Al final, utiliza su inteligencia y capacidad tecnológica de forma simple y efectiva.

Fuera del juego, al año siguiente encuentra un trabajo de subgerente en otra compañía.