Diseño de juegos de rol analógicos transformadores (Bowman et at, 2024)

Bowman, S. L., Westborg, J., Hugaas, K. H., Diakolambrianou, E., & Baird, J. (2024). Designing transformative analog role-playing games. G|A|M|E – The Italian Journal of Game Studies, (12). https://www.gamejournal.it/designing-transformative-analog-role-playing-games/

Este trabajo ofrece un marco teórico y práctico para diseñar juegos de rol analógicos con fines transformadores, ya sea en contextos de ocio, terapéuticos o educativos.

El artículo parte del creciente interés en utilizar los juegos de rol como herramientas para el cambio personal y social. Los autores destacan que, aunque estos juegos tienen un potencial transformador significativo, las mejores prácticas de diseño aún están en desarrollo. Por ello, presentan conceptos teóricos clave como la seguridad psicológica, la intencionalidad, el fenómeno del «bleed» (la transferencia de emociones y experiencias entre el jugador y el personaje), el «alibi» (la justificación para explorar identidades y comportamientos dentro del juego), el ritual, la identidad y los «contenedores transformacionales» (espacios seguros y estructurados que facilitan la transformación).

Además, el artículo aborda los beneficios conocidos del juego transformador, como el desarrollo de habilidades de empatía y percepción, y también advierte sobre posibles inconvenientes, como los riesgos de representar identidades marginadas que el jugador no comparte. Se enfatiza la importancia de la reflexión estructurada y la integración de las experiencias de juego en la vida real, proponiendo estrategias específicas para facilitar este proceso.

El artículo define la transformación como un proceso activo y sostenido de cambio que va más allá de un momento puntual. Puede surgir como resultado de experiencias significativas en el juego de rol, afectando la identidad personal, las relaciones o incluso estructuras sociales. Este cambio no es lineal, sino que ocurre en espiral, con avances y retrocesos. Además, se enfatiza que el objetivo de los juegos transformativos debe ser progresista: promover conciencia, justicia y paz, evitando reforzar dinámicas de exclusión o privilegio.

Un juego de rol transformativo analógico es un juego diseñado con el propósito explícito de fomentar cambios personales o sociales significativos en los participantes. Estos juegos se inspiran tanto en prácticas de ocio como en contextos educativos y terapéuticos, y se apoyan en comunidades de discurso activas. A pesar de compartir técnicas básicas con otros juegos de rol, su enfoque está en el potencial de transformación emocional, cognitiva o relacional a través de la experiencia de juego.

Los juegos de rol aplicados con fines transformadores se dividen en tres tipos:

  1. De ocio transformadores: Jugados voluntariamente en el tiempo libre, con potencial de impacto personal profundo, aunque sin estructura terapéutica o educativa formal.
  2. Terapéuticos: Diseñados y facilitados por profesionales de salud mental con objetivos clínicos definidos, dentro de un marco de atención psicológica.
  3. Educativos: Con objetivos de aprendizaje explícitos o implícitos, facilitados por docentes u otros educadores, en entornos formales o informales.

Los componentes que sustentan la transformación en juegos de rol aplicados son:

  1. Comunidad: Un entorno seguro y de apoyo que legitima el cambio personal.
  2. Intencionalidad: Objetivos transformadores claros que guían el diseño y la participación.
  3. Apertura a lo inesperado: Aceptar la improvisación y resultados no planeados como parte del proceso.
  4. Reflexión y procesamiento: Espacios estructurados para integrar el aprendizaje del juego en la vida real.
  5. Seguridad: Consentimiento, límites y autonomía que permiten a los jugadores involucrarse profundamente sin sentirse forzados.

Los mecanismos de transformación en el diseño, la implementación y el juego son la coartada, el ritual, el sangrado (bleeding) y la reflexión final (debriefing).

Coartada e identidad

Cuando un jugador entra en un juego de rol, se aparta de su identidad cotidiana y adopta un nuevo personaje dentro del mundo ficticio. Esto ocurre gracias a la coartada del juego, una especie de excusa social que permite actuar sin las restricciones y consecuencias habituales. Este espacio reduce la presión social y abre la puerta a la exploración, al riesgo y al fracaso sin miedo. Pero ojo: esta coartada no puede ser una barrera total que haga que el jugador se desconecte por completo de sí mismo o vea la experiencia como algo aislado. La transformación real necesita que haya un puente entre el personaje y la persona, que lo vivido dentro del juego se refleje o se integre en la vida fuera de él.

Los juegos de rol no solo permiten probar diferentes identidades, sino que pueden revelar aspectos de uno mismo más auténticos que la propia identidad diaria. Por eso, idealmente, se impulsa al jugador a reflexionar sobre qué partes del personaje desea incorporar a su vida real y cuáles dejar atrás. Esto no es un mero juego de roles, sino un proceso activo de “wyrding del yo”: moldear intencionadamente el propio sentido de identidad hacia un “yo” deseado. A partir de esta experiencia, puede surgir una narrativa personal más fuerte, empoderada y transformadora.

Sin embargo, el cambio profundo es un proceso duro: implica aprender algo nuevo que puede chocar con las creencias propias, generando disonancia cognitiva. La resistencia a ese aprendizaje —defensa de la identidad— es un mecanismo común para proteger la visión personal del mundo. Pero el juego, al ofrecer un espacio ficticio y flexible, puede eludir estas defensas y permitir la exploración y aceptación de ideas que de otro modo serían rechazadas. La coartada funciona como un marco protector para que esto ocurra, aunque reducirla en momentos clave puede facilitar la transferencia de aprendizajes y la integración en la vida real.

Ritual

El juego de rol no es solo un entretenimiento; es un ritual en tres fases que transforma la experiencia y las personas involucradas:

  1. Separación: salir del mundo cotidiano y prepararse para entrar en el espacio de juego. Esta fase puede incluir talleres, preparación física o simbólica, y la construcción de un estado mental que permita la transición.
  2. Liminalidad: el juego en sí, un espacio intermedio donde las reglas y roles habituales se suspenden. Aquí, los jugadores adoptan temporalmente nuevos roles sociales y crean colectivamente una realidad alternativa compartida.
  3. Reincorporación: la vuelta al mundo real, que debe incluir la integración consciente de las experiencias, emociones y aprendizajes adquiridos durante la fase liminal.

Este proceso ritual genera communitas, un sentido de comunidad y conexión profunda derivada de la experiencia compartida. A diferencia de rituales tradicionales que se transmiten con el tiempo, en los juegos de rol los jugadores participan activamente en la creación del ritual, aumentando su potencia transformadora.

Sangrado

El fenómeno del sangrado explica cómo los mundos del jugador y el personaje se filtran uno en el otro, y cómo esto puede ser motor de transformación.

Aunque algunos jugadores creen no experimentar sangrado, siempre está presente en mayor o menor medida. El sangrado puede adoptar varias formas:

  • Emocional: las emociones se contagian entre jugador y personaje, intensificando la experiencia.
  • Procedimental: comportamientos físicos, hábitos o habilidades se mezclan, moldeando actitudes o movimientos.
  • Memético: ideas, valores o creencias fluyen entre ambos planos, permitiendo la adopción de nuevos paradigmas.
  • Del ego: aspectos de la personalidad y arquetipos se incorporan desde el personaje al jugador, generando cambios profundos.
  • De identidad: transformaciones más amplias y duraderas en el sentido del yo.
  • Emancipatorio: para jugadores de contextos marginalizados, el juego es un espacio para liberarse simbólicamente de opresiones reales.
  • Romántico: vínculos emocionales intensos que pueden surgir con personajes o incluso con otros jugadores.

Este cruce entre realidades (jugador-personaje) revela que las fronteras entre la ficción y la vida no son rígidas, sino porosas. Aprovechar esta porosidad permite rediseñar identidades, relaciones y creencias, integrando nuevas formas de ser que el juego ha ayudado a descubrir.

Interrogación y debriefing

Para que el aprendizaje salga del juego y se convierta en algo real, debe pasar por un proceso de interrogación y reflexión estructurada.

La sesión informativa posterior (debriefing) es clave y debe estar diseñada cuidadosamente. Aquí se procesan las experiencias en tres niveles:

  • Emocional: liberar y entender las emociones generadas.
  • Intelectual: analizar ideas y temas que surgieron durante el juego.
  • Educativo: vincular la experiencia con objetivos de aprendizaje claros.

Comenzar por lo emocional ayuda a abrir el espacio para un análisis más profundo y crítico. Este proceso debe ser guiado para evitar que la experiencia quede solo en diversión sin sentido.

Las preguntas de reflexión deben buscar conectar la experiencia con la vida real (conexión), abstraer conceptos generales (abstracción) y aportar contexto adicional que enriquezca el aprendizaje (contextualización).

Sin este paso, el juego puede quedar reducido a mero entretenimiento, perdiendo su potencial transformador.

En definitiva, la transformación en juegos de rol es un proceso complejo que se sostiene en:

  • Un marco seguro y flexible que permita la exploración de nuevas identidades (coartada),
  • La experiencia ritual que marca la transición y el regreso con sentido,
  • El cruce profundo entre mundos internos y externos (sangrado),
  • Y la reflexión consciente que traduce la experiencia en aprendizaje real y cambio personal.

La transformación requiere tiempo y trabajo para integrarse permanentemente en el individuo. Para que el cambio persista, es necesario fijar objetivos claros y acciones concretas que permitan continuar el desarrollo. Por ejemplo, alguien que descubre una habilidad de liderazgo en el juego debe tener un plan para explorarla y aplicarla fuera de él.

Las prácticas clave para integrar la transformación incluyen:

  • Expresión creativa: diarios, arte, escritura o narración para externalizar experiencias.
  • Análisis intelectual: reflexionar, investigar y dar sentido a lo vivido.
  • Procesamiento emocional: validar emociones, manejar el sangrado y distinguir la identidad real de la del personaje.
  • Procesamiento interpersonal: fortalecer vínculos y compartir experiencias.
  • Construcción de comunidad: crear redes y espacios seguros que sostengan el cambio.
  • Regreso a la vida diaria: aplicar aprendizajes, practicar autocuidado e incorporar rasgos positivos.

Sin integración, la experiencia queda en la superficie. El verdadero poder del juego está en transformar lo vivido en cambios reales y duraderos.