Las reacciones psicosomáticas son alteraciones ocurridas en el cuerpo, cuya causa no es física sino psicológica (como por estrés o ansiedad), aunque poco se ha precisado sobre cómo la psique puede enfermar el cuerpo. El mito de Gea y Urano, visto simbólicamente, ofrece ideas sobre la dinámica entre el cuerpo y el pensamiento, y de cómo el fenómeno de la “retención” que surge desde lo mental puede provocar un gran dolor físico.
El mito nos cuenta el nacimiento de Gea (la tierra) a partir del Caos. Gea forma sola al Ponto (las aguas), Ouros (las montañas) y Urano (el cielo). Éste último la envuelve y se hace su esposo. Las aguas que caen de Urano hacen germinar en Gea varios hijos: los cíclopes (gigantes con un solo ojo y grandes artífices), los hecatónquiros (poderosos gigantes de cien brazos y cincuenta cabezas) y a los titanes.
Los doce titanes representan la naturaleza (el cielo estrellado, el océano fecundo, la tierra fértil), la conciencia (inteligencia, memoria y la idea de bien), la vida (los rebaños, el primer hombre y el tiempo cíclico).
Sin embargo, ni los titanes, ni los hecatónquiros, ni los cíclopes pueden nacer: Urano los retiene dentro de la tierra, estancando la vida y, lo más importante, provocando en Gea grandes dolores.
Gea forja desde su interior una hoz adamantina con la que enfrentar a su esposo. Solo el último de los titanes, Cronos (el tiempo cíclico), acepta el desafío. Con la hoz castra a Urano, permitiendo el nacimiento de los que estaban retenidos.
Además, la sangre de Urano en la tierra da nacimiento a las Erinias (vengadoras del parricidio), las Melias (ninfas nodrizas) y los gigantes (que en el futuro serían encerrados bajo las islas, provocando erupciones y terremotos). Del semen de Urano nacería también Afrodita (diosa de la sexualidad).
En la mirada simbólica, Gea es la gran madre, el mundo, la tierra; puede ser entendida como la materia y también como el cuerpo. Que dé origen a los mares y las montañas completan el cuerpo del mundo, pero también el cuerpo humano; los primeros son la sangre y los segundos los huesos. Esta relación ya ocurre en la mitología nórdica con el gigante Ymir, aunque en un proceso inverso (su sangre se transforma en las aguas y sus huesos en las montañas).
La pareja Gea y Urano se puede plantear como la relación physis y nous de la filosofía; el cuerpo y el pensamiento, respectivamente. Urano es el firmamento; es elevado, estrellado y capaz de fertilizar. Está en un lugar superior, con luz y con poder creativo, representando lo sutil y elevado del intelecto. Pero el intelecto puede elegir, no está determinado por la naturaleza, por lo que puede obrar bien y mal.
Por un lado, puede ser el pensamiento creativo que concibe distintas facultades: 1) con los cíclopes, va a concebir la capacidad de ser un artífice y moldear la naturaleza; 2) con los hecatónquiros, va a concebir la capacidad de gobernar y unir a la gente y darle poder; 3) con los titanes va a concebir una forma de orden cósmico. Los titanes representan la armonía del mundo natural y mental a través del tiempo cíclico. Coordina las bondades de la naturaleza con la conciencia inteligente y sabia. El tiempo (Cronos) es el que organiza la vida y por eso se explicará después por qué es el de mayor jerarquía entre los titanes.
Por otro lado, el pensamiento puede estancarse en fanatismo, dogma, ideología. Lo espiritual del nous se vuelve el espíritu de la época, que envuelve a todos y cuesta mucho liberarse de él. Es la “ley del padre”, el deber ser de la sociedad, que en el individuo forma la estructura del super-yo: es una fuerza que reprime. Esta palabra es sinónimo de comprimir, constreñir y alude al efecto de retener en el interior, impedir salir algo.
En el contexto de Gea-Urano, la retención es una represión física. Es el control aprendido en la fase anal. Pero, así como se puede controlar el esfínter de forma ordenada, también se puede sobre-retener, generar estancamiento, estitiquez y dolor, sin siquiera darnos cuenta de ello hasta que sentimos el sufrimiento.
Esta dinámica podría repetirse en el bruxismo como tensión focalizada en la mandíbula pero que rigidiza el cuerpo completo. Aquí la constricción es del sistema musculoesquelético, a diferencia de la constricción visceral anterior.
La medicina suele llegar a este punto: el síntoma. Sin embargo, el mito continúa y ofrece las ideas más generosas, enseñando a liberarnos de la retención: esto simboliza Cronos portando la hoz adamantina. Aquí hay al menos 3 elementos: el material, el objeto y el portador.
El primero es el material. La adamantina es un mineral legendario de la mitología griega, pues no hay nada más duro que eso. También es importante el detalle de que viene del interior de Gea; vale decir, no viene del pensamiento, sino del organismo. Por lo tanto, no nos liberamos del pensamiento solo con el pensamiento: hay que conectar con el cuerpo. Este diamante del cuerpo puede ser lo que la psicología humanista llama sabiduría organísmica, cuando es el cuerpo el que guía el desarrollo.
El segundo elemento es el objeto: la hoz. Al igual que la espada, es un elemento que divide, separa, distingue o discierne. También es un arma y como tal demanda violencia para ser usada. Una hoz no fluye naturalmente hacia la siega, requiere una mano que la empuñe para separar el trigo de la tierra. Este aspecto nos habla de lo que demanda el acto: no ocurre solo, es una toma de decisión, un acto ético y que culmina en una separación. Por ejemplo, si rompemos una norma social o una expectativa impuesta, nos estaremos alejando de un grupo social o de pensamiento que puede ser como nuestro padre (a nivel familiar, político, académico, etc).
El tercer elemento es el portador. Es Cronos quien porta la hoz y no otro. Cronos es el tiempo cronológico, pero éste no existe mientras Urano estanca la vida. Es decir, el tiempo cronológico solo transcurre cuando hay cambios, ciclos, y mientras la vida esté estancada, el reloj no avanza. En el estancamiento, todos somos muertos vivientes. Cronos armado representa el desestancamiento: la muerte que permite el renacimiento. Cronos o Saturno con la guadaña es la representación de la muerte por antonomasia.
Como figura psicológica, Cronos es el desarrollo cíclico de la vida. Necesitar a Cronos es como aprender a dejar morir una vieja ley o un mal hábito. Es una actitud de entregarnos, en la que aceptamos la muerte y nos relajamos dejando ir lo que debe morir.
El miedo al “padre” es el miedo a la norma y al “qué dirán”, que nos tensa y nos enferma. El miedo se aprehende y corporiza como enfermedad o síntoma, que esconde el miedo al “padre”. Si estas normas y presiones sociales retienen nuestra creatividad, somos muertos vivientes, sin “Cronos”, estancados en el tiempo.
La actitud de Cronos es la de quien ha dejado de temer al “padre” y no necesita de la aprobación social, porque eso lo estanca. Ahora busca la aprobación personal y vivir su ciclo vital. Luego de liberarse de la norma se puede enfrentar el dolor; salir de tu casa, hacer ese proyecto, exponerte como lo que eres, enfrentando el dolor de colon, el miedo a la crisis de pánico o al dolor repentino de la fibromialgia. Cuando se los acepta pierden su fuerza y son expulsados, siendo castrados de su fuerza opresora.
El mito representa la consecuencia final de esta liberación como cuatro instintos que se despiertan. Primero las Erinias, que son la capacidad de confrontar, demandar justicia, poner límites. Segundo las Melias, que pueden representar el cuidado y la generatividad del adulto hacia el niño. En tercer lugar están los gigantes, que pueden ser la fuerza, el carácter, el coraje. Por último, no de la sangre sino del semen, se libera también la sexualidad representada en Afrodita.
Creo que estos cuatro son instintos superiores, que surgen en el terreno psico-somático cuando pensamiento se libera de la ideología. Justicia, amor fraterno, valor y sexualidad, representan al final una vida sana, gozosa y equilibrada, donde el cuerpo y el pensamiento son armónicos, y lo psico-somático no se manifiesta como síntoma, sino como potencial creativo: instintos que nos llevan a una vida mejor.